martes, 14 de agosto de 2018

PORTUGAL DEL SUR AL NORTE POR LA COSTA 2018

Portugal es el fucking p*** paraíso. Me he enamorado de ese país y de su gente. 

La idea era entrar por el sur para ir por la costa el mayor número de kilómetros posibles. A ser posible con el mar a mi izquierda. Me encanta conducir viendo el mar a un lado. Tranquilo, parando si es necesario a recrearme o a hacer una foto. Y luego salir lo mas al norte que pudiera. Por Galicia a ser posible. No llevaba ningún plan demasiado preparado y por supuesto ninguna reserva hecha. Me gusta tomar decisiones sobre la marcha (nunca mejor dicho) y elegir mi destino según esté siendo el día (mas o menos cansado) y así tirar más si me sobra tiempo, parar antes de lo previsto si lo necesito, entretenerme mas de lo inicialmente imaginado en un punto, desviarme si me apetece, etc.


Había sitios que sí o sí quería ver y haber estado en ellos tranquilamente fumándome un cigarro mirando al mar, muchos de ellos nuevos para mi (Cabo San Vicente, Peniche, Cabo de Roca, Braga..), otros ya repetidos (Aveiro, Cascais, Estoril, Lisboa, Ericeira, Braganza..). Quería visitar el Algarve del que tanto había oído hablar. Se quedaban corto
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El cuentakilómetros marcaba 106506 km al salir el martes día 7 a las 9. Ese día iba a bajar hasta Sevilla (589) por la ruta de la plata pasando junto a Salamanca, Plasencia y Mérida, donde quería parar para conocer su anfiteatro y su circo (Entrada 15€)






Hice noche en Sevilla tras 100 kilómetros últimos de muerte con una ola de calor infame que me metía aire ardiendo por cada pliegue de la chaqueta.

Al día siguiente entraba en Portugal por el puente que hace frontera en Ayamonte tras atravesar Huelva (San Lucar, Rocío, Lepe..). Entraba por su A22.

Vinculé mi matrícula a mi tarjeta de crédito fácilmente con el sistema que tienen allí para pagar sin parar en autopistas por si usaba algún tramo de estas. Y en cuanto pude me salí de la autopista para ir hacia la costa por la carretera nacional (N-125) que recorre el sur por la costa (Faro, Albufeira, Lagos, Vispo, Sagres..).


Portugal es el país del viento (sobre todo lo noté en la mitad norte haciéndome difícil a veces la conducción), de las rotondas (miles), de las gasolineras (millares, cada pocos kilómetros por nacionales aunque bastante distanciadas entre si si vas por autopista, y un porcentaje muy elevado son de Repsol y de Cepsa) y de las ciudades con cuestas superempinadas de calles empedradas de adoquines que son una trampa mortal para la moto ya de por si y si le añades vías de tranvía ni te cuento).


En España tenemos ocho o nueve tipos de vías y cada una con sus características de ancho de arcén obligatorio, peralte, seguridad, velocidad máxima, etc.: Autopistas de peaje, autovías (las mejores de Europa según mi experiencia, al menos las castellanas menos la del Cantábrico cuyo carril derecho es una pena de muerte para los amortiguadores), carreteras nacionales, regionales, comarcales, provinciales, travesías..

En Portugal solo hay tres tipos:
a) Autopistas de peaje: De lujo: tres carriles todo el tiempo, firme en magnífico estado, buen mantenimiento.. (Cuidado, a los portugueses les gusta correr por ellas).. pero hay que pagar por usarlas (de ahí lo del Peaje=Portagem)
b) Lo que llaman carreteras nacionales: Que equivalen en calidad a una provincial nuestra a menudo. Tienen de bueno.. que van por los sitios chulos y junto al mar.. tienen de malo.. todo lo demás: no las mantienen (hay cientos de kilómetros en los que se han molestado en pintar con pintura blanca rodeando los baches y los socavones para que se vean mejor pero no están arreglados, o los señalizan, los delimitan, etc.. pero están ahi..), no tienen apenas arcén en muchos casos, atraviesan TODAS Y CADA UNA DE LAS POBLACIONES A SU PASO con sus semáforos, sus rotondas, sus pasos de cebra.., son de carril único y todo el mundo va por ellas (carricoches agrícolas, tractores, camionetas de reparto, camionetas profesionales, caravanas, turismos turísticos, ciclistas,..) por lo que siempre (y más en el sur en las zonas turísticas) se forman colas kilométricas que obligan a ir al paso durante mucho rato hasta que se desahoga a la salida de los pueblos y agotan a cualquiera y ponen a prueba los nervios del más templado (y más si hace calor)..
c) Carreteruchas locales de acceso a puntos de difícil acceso: Estas son las mejores. Sabes a lo que vas y por donde vas, hay poca gente, conectan entre sí puntos de una nacional.. y te llevan a sitios hermosos.

Allí es una hora menos pero yo no la cambio en el reloj para ir a su hora pero pensando en la mía (Me sigo levantando a las 8 pero en sus horarios de desayunos y esas cosas son las 7).


Voy pensando que algo debe influir a los portugueses ser el país más a occidente de Europa, el lugar donde más tarde se pone el sol (¡y además de qué manera se pone!: sobre el mar, sin montañas que adelanten el ocaso)


Al poco rato de carretera por el sur tras pasar Faro empiezo a notar algo raro: el cielo se oscurece extrañamente y huele raro el aire. 



(Faro -puerto y murallas, entrada a la ciudad vieja. Los aviones pasan cerca sobre tu cabeza para aterrizar enfrente de la playa en el aeropuerto internacional del Algarve que está allí-)

En Silves (una población cercana cuyas murallas me disponía a visitar) se ha declarado un incendio pavoroso. Veo desde la moto a mi paso a la derecha la gigantesca columna de humo. Parece la erupción de un volcán. Es un humo denso y negro que tapa el cielo como una cortina. Esa noche al parar y ver los informativos  me enteraré de que ha habido que evacuar Monchique y Silves y han ardido miles de hectáreas.




A las 13 horas aprox. llego a mi primer destino planificado: Sagres y el Cabo de San Vicente, la "barbilla" de la península. Marco mi GPS y me hago fotos en el faro. Ya llevo cuatro (Creus, Finisterre, Estaca de Bares y este. En este viaje irá a Cabo de Roca)


(Mirando hacia África al sur)

(Mirando desde el mismo punto al norte por la línea de la costa de Portugal)


(Entrada a la fortaleza-faro de Cabo de San Vicente)



Tras mi visita tomo de nuevo la carretera (Carrapateira, San Teotonio, Odemita -N120-), esta vez es una local que me lleva por la costa atravesando un bosque precioso hacia la conexión con la pesada nacional de nuevo que me lleva hasta mi sitio para dormir esa noche: la ciudad de Sines con su puerto típico y su enorme playa. Es un punto a medias entre lo turístico y lo industrial. Una especie de Avilés. He dejado así el Algarve y me interno en la siguiente región: Alentejo, que es como Castilla pero con mar.





El momento atardecer en Sines es mágico aunque no me da tiempo a pillar la cámara mientras el sol se oculta. Llego justo al instante en que su último rayo desaparece y de manera exacta y coreografiada con precisión se activa el faro con cronomético relevo.




A la mañana siguiente de camino (IC 33) a Setubal, Lisboa, Belem, Estoril, Cascais, Cabo de Roca, Sintra, Ericeira,.. veo cosas maravillosas. Hay campos de corcho acumulado y alcornoques naranjas en su desnudez, una garduña se me cruza en la carretera, paso por mil pueblos de casitas blancas que adornan de manera uniforme las laderas verdes, molinos típicos, pueblos donde se venden piedras enormes para adornar jardines, hay antiguas casas abandonadas en cuya fachada indica fechas de construcción lejanas, decimonónicas.. hoy cubiertas artísticamente de grafitis con gusto. La mezcla es curiosa y hermosa. 




En Setubal entro para ver el puerto. Me gusta ver al otro lado la barra de la península de Troja y los ferris que llevan allí a la gente a bañarse.



Tras la visita a Setubal llego pasando el puente del 25 de Abril sobre el Tajo a mi querida Lisboa, que esta vez me defrauda un poco. Ya el paso del puente no es como yo lo soñaba. Nunca lo había pasado e iba a ser una épica entrada en una de mis ciudades favoritas del mundo. Sin embargo el viento sobre el estuario me obliga a concentrarme para no caerme, hace calor, no puedo contemplar a gusto el paisaje a los dos lados, hay mucho tráfico, el carril de la izquierda tiene uno de esos firmes de rejilla para restar peso al puente y la moto culea hasta hacerme salir a uno mas centrado y menos rápido, me paso la salida correcta y tengo que tomar la siguiente que me ha alejado del centro..


Hay ordas de turistas que obligan a una gran presencia de policía que me impide parar donde quiero a hacerme una foto. Doy vueltas a la plaza de Comercio hasta que lo consigo. Recorro las conocidas calles paralelas de La Baixa, el Rossio, la falda de la Alfama.. me peleo con las vías de tranvía, los adoquines resbaladizos, las cuestas arriba y abajo en las que me dejo el freno y el embrague.. Y sin embargo Lisboa sigue siendo maravilllosamente hermosa.





Salgo por la costa por el conocido camino a Belem, visito los Jerónimos, el monumento a los navegantes y la Torre.












Desde ahí salgo hacia Estoril y Cascais. Paso por la boca del Infierno. El camino se hace hermoso desde aquí pues si ya he ido junto al Atlántico bastante parte del trayecto ahora voy durante kilómetros y kilómetros literalmente a su lado, a pocos metros del mar. 






Tanto es así que cerca del Cabo de roca tengo un susto por el viento y la arena de la playa junto a la que viajo, que forma una duna enorme cuya lengua invade la carretera y que al pasar por encima me hace resbalar y casi caer. Paso, pero el coche que va detrás de mi se queda en la arena atrapado. 
Llego al cabo de Roca, el punto más a occidente de Europa en la punta del grano sobre la nariz de la península. 

Me interno hacia el interior con la brisa del mar a la espalda, hacia Sintra. Atravieso la localidad, veo el palacio de Sintra encima de mí, trato de visitar el Palacio da Pena, error, masificado, miles de turistas, camino estrecho, adoquines resbaladizos, calzada inclinada a los lados que te obliga a mantenerte en el centro, subidas empinadas que queman los frenos,.. subo en tensión y encima para nada. 


Salgo de Sintra y me voy a Ericeira por la costa (N247). Ha cambiado el hotel en el que estuve la última vez que vine. Ya no se llama igual. Ahora es un lujoso resort asomado sobre el mar. Busco donde dormir. Callejeo por la parte antigua y el viejo puerto de pescadores.





El camping de Ericeira es un supercomplejo con parcelas vendidas o alquiladas para muchos años a caravanistas que rodean su instalación fija de jardines minúsculos con sus fuentes y sus patitos de piedra, pequeñas barcacoas de obra, etc.. Como una miniciudad monumento a la cutrez. Que horror. A mi me dan una micro cabaña para dos. Es barato. Mola. 








Al día siguiente me voy por Mafra y Torres Vedras a Peniche (N247). Paso por Torres Vedras donde Wellington fortificó para hacer que se retirara Napoleón y empezar así la guerra de la independencia. Me dirijo a la micropenínsula de Peniche. Gran elección, buena decisión, luego resultará lo mejor de todo el viaje: Desayunar en su faro.














Desde allí sigo la linea de la costa. Es una pena; el incendio de 2016 asoló el país. Está todo quemado desde aquí. Atravieso kilómetros y kilómetros con pinos sin hojas a cada lado. De negro tronco a modo de esqueleto. Paro un rato en Figueira da Foz y su anchisima playa, paso por Nazaré, Batalha, Fátima, Coimbra.. por pueblos que se llaman Benfica, Gibraltar, Nafarros,.. y luego por Vagos voy a Aveiro. Es un  sitio que ya conozco pero parece parada obligada por su tipismo. Hay que fotografiarse con los moliceiros. Trato de encontrar mesa allí en algún restaurante. Imposible. Y casi mejor. Los precios son prohibitivos. Al salir paro a comer en un restaurante de camioneros en el que me pongo hasta las cejas por menos de 9 euros. En cuanto me vuelvo a subir en la moto me detengo al ver por el retrovisor una columna de humo. Esa noche veré en el informativo que otro fuego a mi paso asola el país. Que nadie saque conclusiones ni establezca conexiones que yo no he sido.. Y el infierno le seguía (Arde Portugal). 













Y tanto que me sigue, pues al día siguiente veré otro incendio a mi paso a la salida de Braga, pero de momento no adelantemos acontecimientos. Desde Aveiro voy a Oporto. Siempre el Atlántico a mi izquierda. Entro en la ciudad por el puente. Es difícil llegar al centro. Mucha gente, mucho tráfico. Calles empinadísimas cuesta arriba y cuesta abajo. Tranvías con sus vías, trampas mortales para las ruedas de las motos. Adoquines resbaladizos, calor,.. Llego por fin al punto neurálgico bajo el puente de hierro que es símbolo de la ciudad. Hay multitudes. Fotos y me piro. A ver si llego a Braga antes de una buena hora para buscar alojamiento y darme una ducha.




Llego a Braga cansado. Callejeo un poco en busca del centro y de alguna pensión. Veo las estatuas en recuerdo de los romanos, las murallas, el centro convertido en museo, una estatua coloreada en colores vivos de Julio Cesar.. Encuentro por fin un hotel de paso barato a la salida de la ciudad (en la dirección en que tendré que salir mañana). Es el Comfort Inn Braga (curioso nombre). Veo las noticias. Fuegos por todas partes. Voy a cenar y tomar una cerveza. Aquí no tienen ni Superbock ni Sagres, sino Estrella Galicia.. por proximidad.

No me puedo ir sin tomarme una típica francesiña.



A la mañana sesión de autopista y autovía para cerrar el viaje. Braga, Guimaraes, Braganza, España por Verín.. Puebla de Sanabria, Benavente, Tordesillas y a casa.


El cuenta kilómetros marca 108759 km. Han sido 2253 km de viaje (más 300 desde Santillana del Mar donde me encontraba el domingo).

Ha molado mucho. Cada metro del recorrido, cada sitio, cada localidad.. pero sobre todo cada mirada al Atlántico.

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